
De alguna forma,
que no sé de donde atraviesa,
que mar o claro de bosque.
Me asomo entre tus silencio
y la distancia que marcan tus pasos
que van siempre a parar
justo al mismo sitio... Lejos.
Te veo desde este punto,
que no está en mis manos
ni en las tuyas.
Desde este punto que no tiene
auxilio, ni Dios, ni sombra,
ni nubes que refresquen.
Cae la nieve,
con el viento alrededor,
Bajo los menos tres grados
de esta habitación caduca,
divagante,
innecesaria!
Que no sé como llamar
más que espera, de nuevo.
Pero cuando arranco la página,
me encuentro con que
se reescribe sola la esperanza
con mis ideas triviales y egoístas
que llevas a cabo
cuando se te ocurre que
deje de ser incorporea...
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