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No había parado de cubrirte
con todo el quehacer del día
de engañarme para no llorar...
He tenido que entrar
en la habitación del frío,
y cubrirme con tus letras,
con tus ojos, con tu olor
para no morir.

No he parado de esperarte amor
cada vez que enciende el día
cada vez que vuelve la Luna,
pero no cesa de golpearme
la distancia.
Y es tanta la desesperación
que si no he querido antes,
volver a ciertos lugares sola...
Esta vez,
no tengo a donde ir
No hay espacio que no sea tuyo.

Por eso intento todo el día
no pensarte,
aunque me resulte en vano
de no escuchar esas canciones
para que no me vean llorar.
Espero...
Trato de hacerlo sonriente.
Pero tu espacio vacío me ataca,
golpean en mi pecho tus recuerdos.
Espero poder respirar,
pero el aire espeso de tu falta
se me atasca en la garganta.

Me limpio las lágrimas
que vuelven a surgir,
inundan los pasadizos
desbordan los canales
rompen lo ases con los
que te he cubierto,
salen a perseguirme
la luz de tus ojos,
tus sonidos, tu risa.
Vuelve a sentarse aquí tu cuerpo
vuelven tus manos
a sostener mi alma.

Las lágrimas al caer
se van secando en las sábanas,
basta un acorde
y regreso a tu adiós,
a las calles vacías al cruzarlas corriendo,
puedo ver tu mano
alzando un hasta luego,
tu dedo en mis labios
las velitas que encendemos
en el lugar de siempre.

Siento rabia y auroras...
Esta noche siento tus pasos
más cercanos, más mios.
Siento frío al despertar,
sueño tu beso en mi frente.
Y sé que sientes igual.
Por eso espero...