Adagio

Me acuerdo de ti cuando empiezo a escuchar
el adagio de las cosas que barre el viento,
el preludio de una melancolía,
el rumor manso del mar o un incendio
que comienza a propagarse.

Que sólo yo sé cuanto pueden estremecerme
los pasos que atraviesan el tiempo,
a lo largo de una boca que se abre y se cierra
hasta acabar en el profundo abismo
de una garganta caprichosa.

Se me aproximan, me suspenden, me arrastran
tus suaves sonidos bordeandome todo el cuerpo
y hasta el más apartado átomo de mi ser te reclama...
-No pares de sonar,
no pares de vibrar en mi vida
no apagues tu voz en mi alma.

No te lleves las manos al pecho pensando en los errores,
no te desprecies por ser parte con mi ser
no te lanzes a la niebla por causas como la mía,
no te detengas.

Se tu ahora mismo, se música, se fiesta
revosante en tí mismo y de auras blancas viste
todos los rasguños, todas las heridas que ayer
nos hicimos.

Acaricio ahora la tierna idea de tener que guardarte
en un cajón, dentro de un estanco
allá en el fondo de este corazón de mala muerte
asignado a proteger tu recuerdo, mi imagen de tí...

Tu recuerdo que me hace aguar la mirada,
tu imagen melancólica que me invade en noviembre
a lo largo de estas cuatro cuerdas, paralelas al tiempo
creando junto a él un solo sonido...
El de tu voz sin despedirse.

O que cedió un adiós ante mis oídos sordos, sin tiempo,
efusivo en amor, desbordante en pesares
en lágrimas por las risas de ayer,
con el rompe cabezas suelto de nuevo,
con el mundo incompleto. ..

Mas ahora, ahora que la ausencia nos anda ya tan cerca...
En este momento al escuchar tu adagio,
al atender tu recuerdo...
Creo indudablemente que te había extrañado.