
I
Soy la sencilla hoja que cayo de un árbol
y que el viento mueve y lleva a su antojo;
El efimero perfume de una corta primavera,
una rafaga estelar sin ningun destino
como aquel pensamiento que se esfuma en los labios
una nota que se pierde en un silencio invernal;
Si el sol resplandeciera hoy, sería verano.
Brillaría con tanta intensidad!
Que solo la lluvia, con su nublado cielo podría apagarme;
Con sus gotas bulliciosas... Me alejaría la lluvia!
Pero soy la hoja del árbol que el aire conduce...
No va hacia un sitio fijo,
sin embrago tarde o temprano, terminá en el suelo.
II
No respetando lo establecido, lo concreto, lo formal
Alguien ha entrado sin tocar la puerta.
No respetando lo sabido, el preaviso, la coherencia
le he dejado entrar hasta lo más profundo.
Ha venido entre las sombras de una noche obscura
se ha deslizado con tanta gravedad...!
Que a esta hora de la madrugada
ha formado un surco dentro de mi alma
y lo llenó de letras, música y poesía
(lo mismo con lo que yo llenaría un surco...
para ver nacer estrellas en el firmamento.)
Canta a mi corazón y este estremece de miedo...
Ante la inminente caída de sus muros...
Ah! Pero quien ha asido el control que era del diáfano viento?
Quien envolvió al corazón con tan extraña melancolía?
Quién detuvo el vuelo de aquella hoja sin rumbo?
Quién descubrió de las nubes a los rayos del sol...?
Oh Dios! quién cometió tal osadía...
...Sin percatarse del infausto error...!
Le he permitido yo, retar a lo inasible;
Mas la hora de las sombras se desvanece ya
Marchara sin estrépito este amor....
Hacia el despunte del alba.
¿Quién tomó el control que había sido del viento? ¡Me gustaría saber quién fué! ¡Para llamarle... "Maestro"!
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